Salud Mental: una construcción comunitaria

La Ley Nacional de Salud Mental –Ley N° 26.657– define a la salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona.

¿Qué hacer ante una emergencia?

Si una persona
se autolesiona,
se pone en riesgo a sí misma, o a quienes la rodean,
se encuentra en un estado de euforia,
no puede cesar el consumo de alguna sustancia,
dice que va a quitarse la vida,
ejerce violencia verbal o física a otras personas,
no cumple su tratamiento con psicofármacos,
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acudí al centro de salud mental u hospital general de referencia.

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acudí al centro de salud mental u hospital general de referencia.

Algunos hospitales generales cuentan con guardias para personas en crisis agudas, y con equipos interdisciplinarios de salud mental para realizar tratamientos ambulatorios.
Progresivamente, se integran equipos de salud mental para atenciones en guardias de todos los hospitales generales.
Frente a una crisis de salud mental también podés acudir al:
Hospital Neuropsiquiátrico Provincial
León Morra 172 – B° Juniors – Ciudad de Córdoba
Tel: 0351-156321491 o 0351-4342426/27/28 – int.108, de 8 a 17 hs

En algunos casos es necesario recurrir a personal capacitado en seguridad.

En algunos casos
es necesario recurrir a personal capacitado en seguridad.

Por esto, la Provincia cuenta con el servicio pre-hospitalario para urgencias en salud mental en domicilio y/o vía pública al 0351-4342427 Int. 111, que trabaja los 365 días del año las 24 horas.
Ante intoxicaciones agudas por consumo de sustancias, asistir a las guardias del hospital más cercano a su domicilio.
Para realizar un tratamiento por consumo problemático de sustancias, consultá en la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones:
Rosario de Santa Fe 374
Tel: 0351-156887463
WhatsApp 351-3810583

Prevención

Hábitos saludables:

verduras
Sostené una alimentación variada y equilibrada
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Realizá actividad física regularmente
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Evitá el consumo de tabaco y alcohol
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Respetá las horas de sueño necesarias
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Realizá actividades que alivien el estrés
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Practicá deportes, juegos, actividades recreativas y artísticas
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Construí vínculos afectivos de confianza y empatía
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Hablá de lo
que te pasa
En muchas ocasiones, mediante el el diálogo se puede saber si una persona está atravesando un problema.
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Mantené vínculos de confianza y empatía
Permite generar espacios donde las personas pueden expresar emociones, sentimientos e inquietudes, creando situaciones familiares, educativos, laborales, recreativos y sociales saludables
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Hablá de lo que te pasa: En muchas ocasiones, mediante el el diálogo se puede saber si una persona está atravesando un problema.
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Mantené vínculos de confianza y empatía: Permite generar espacios donde las personas pueden expresar emociones, sentimientos e inquietudes, creando situaciones familiares, educativos, laborales, recreativos y sociales saludables.

Afecciones

No debe confundirse a una persona que atraviesa una situación de angustia o de tristeza, con depresión.
La depresión es una enfermedad frecuente que puede presentarse en cualquier persona, más allá de su edad, género o situación social.
Se caracteriza por:
tristeza persistente
pérdida de interés o placer en sus actividades
sentimientos de culpa o falta de autoestima
cambios en el sueño y en hábitos alimenticios
sensación de cansancio
falta de concentración
Factores que pueden influir:
antecedentes familiares
determinados contextos sociales -falta de hogar, violencia, problemas económicos-
el estado de salud general
la pérdida de un ser querido, de un trabajo u ocupación, jubilación
consumo abusivo de sustancias
un sentimiento profundo de soledad y pérdida de autonomía
la finalización de ciertas etapas de la vida
Todas las personas presentan cambios en su estado del ánimo, según situaciones de la vida o estados personales.
Para quienes viven con trastorno bipolar, esos cambios producen repercusiones negativas y problemas para ellas y para quienes las rodean.
El trastorno afectivo bipolar es una condición que afecta los mecanismos de regulación del estado de ánimo, y se manifiesta a través de episodios depresivos, en los que predomina una profunda tristeza, desánimo e infelicidad, alternados con episodios maniacos o hipomaníacos, en los que hay una exaltación del ánimo con euforia, energía excesiva e irritabilidad.
Algunos indicadores
Fase depresiva bipolar:
sentimientos de infelicidadque no desaparecen
incapacidad para disfrutar o perdida de interéspor actividades que le agradan
problemas para dormir, conciliar o mantener el sueño
pérdida de apetitoo comer demasiado
problemas de concentracióna la hora de tomar decisiones, incluso sobre tareas cotidianas
sentimiento de inutilidad, culpa, baja autoestima
mayor irritabilidadde lo habitual
pérdida de energíay pensamientos negativos
 Fase bipolar de exaltación del ánimo:
ánimo elevado o eufórico
verborragia
impulsividad
irritabilidad
pensamiento acelerado
conductas de desinhibición
aumento de la libido y/o actividad sexual
disminuciónde la necesidad de dormir
autoestima elevada
La esquizofrenia se caracteriza por trastornos en múltiples modalidades mentales, incluido el pensamiento (por ejemplo, ideas delirantes, desorganización en la forma de pensamiento), la percepción (por ejemplo, alucinaciones), la experiencia personal (por ejemplo, la experiencia de que los sentimientos, impulsos, pensamientos o comportamientos propios están bajo el control de una fuerza externa), la cognición (por ejemplo, problemas de atención, memoria verbal y cognición social), la volición o voluntad (por ejemplo, pérdida de motivación), el afecto (por ejemplo, expresión emocional embotada) y el comportamiento (por ejemplo, comportamientos que parecen sin propósito, y respuestas emocionales impredecibles o inapropiadas que interfieren con la organización del comportamiento). También pueden presentarse alteraciones psicomotoras.
Algunos síntomas:
Persistencia de ideas delirantes: la persona tiene la creencia errónea de que algo es verdad, a pesar de que hay pruebas de lo contrario
Persistencia de alucinaciones: la persona oye, huele, ve, toca o siente cosas que no están presentes
Vivencia de influencias, control o pasividad: la vivencia de que los sentimientos, impulsos, acciones o pensamientos propios no son generados por uno/a mismo/a, sino que son otras personas quienes los colocan en la mente, o los apartan de ella, o de que los pensamientos están siendo transmitidos a otros/as
Razonamiento desorganizado: a menudo se manifiesta en una forma de hablar confusa o que no viene al caso
Comportamiento muy desorganizado: acciones que resultan extrañas o sin propósito, reactividad emocional impredecible o inapropiada que interfiere con su capacidad para organizar su comportamiento
Otras manifestaciones: importante limitación del habla, vivencia y expresión de emociones restringidas, incapacidad para experimentar interés o placer, retraimiento social
La fobia se caracteriza por un miedo o ansiedad marcados y excesivos, que ocurren constantemente al exponerse o anticiparse a la exposición a uno o más objetos o situaciones específicas. Este miedo está fuera de proporción con el peligro real.
Algunos ejemplos: fobia a la proximidad a ciertos animales, al vuelo, a las alturas, a espacios cerrados, a la visión de sangre o lesiones.
El objeto o la situación fóbica son evitados o sobrellevados con intenso miedo o ansiedad.
Los síntomas persisten al menos por varios meses y son lo suficientemente graves como para ocasionar un malestar o deterioro significativos en las relaciones personales, familiares, sociales, educativas, laborales o en otras áreas importantes.
Los tipos más comunes:
Pánico: Los ataques de pánico son episodios discretos de miedo o aprensión intensos, acompañados de la aparición rápida y simultánea de varios síntomas característicos, por ejemplo, palpitaciones o aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores, dificultad para respirar, dolor en el pecho, mareos o aturdimiento, escalofríos, sofocos, o miedo de muerte inminente.
Agorafobia: Se incluyen en este tipo, los temores a lugares abiertos, y otros relacionados con este, como temor a las multitudes y a la dificultad para poder escapar inmediatamente a un lugar seguro (por lo general, el hogar). El término abarca un conjunto de fobias relacionadas entre sí, a veces solapadas, entre ellos, temores a salir del hogar, a entrar en tiendas o almacenes, a las multitudes, a los lugares públicos y a viajar solo en trenes, autobuses o aviones. La vivencia de la falta de una salida inmediata es uno de los rasgos clave de muchas de las situaciones que inducen la agorafobia.
Las fobias sociales: Algunas de las fobias sociales son restringidas, por ejemplo, a comer o a hablar en público, a encuentros con el sexo contrario; otras son difusas y abarcan casi todas las situaciones sociales fuera del círculo familiar. Las fobias sociales suelen acompañarse de una baja estimación de sí mismo y de miedo a las críticas. Puede manifestarse como preocupación a ruborizarse, a tener temblor de manos, náuseas o necesidad imperiosa de orinar. A veces, la persona está convencida de que el problema primario es alguna de estas manifestaciones secundarias de su ansiedad. Los síntomas pueden desembocar en crisis de pánico. La conducta de evitación suele ser intensa y en los casos extremos puede llevar a un aislamiento social casi absoluto.
Fobias restringidas a situaciones muy específicas: Abarca la proximidad de animales determinados, las alturas, los truenos, la oscuridad, a viajar en avión, a los exámenes, a los espacios cerrados, a tener que utilizar urinarios públicos, a ingerir ciertos alimentos, a acudir a un/a dentista, a la visión de sangre o heridas y al contagio de enfermedades concretas. Aunque la situación desencadenante sea muy específica y concreta, su presencia puede producir pánico como en la agorafobia y en las fobias sociales.
El estrés es una respuesta natural (una fatiga física y psíquica prolongada) que se produce como un mecanismo de defensa ante la presencia de estímulos internos o ambientales, que pueden ser reales o imaginarios, y que se perciben como una amenaza para la supervivencia.
Estos estímulos perturban la homeostasis del individuo y el organismo responde a ellos para mantener el equilibrio. La respuesta es inmediata ante la aparición del estímulo y disminuye gradualmente a medida que el estímulo desaparece.
Sin embargo, si se sostienen estos riesgos, enferma.
Se trata de una reacción biológica precisa y general de las personas, y también una percepción singular sobre las amenazas y recursos.
¿Cómo comienza?
En la vida diaria estamos permanentemente expuestos a situaciones conflictivas, que producen modificaciones emocionales en forma de ansiedad como el miedo, tristeza, frustración o rabia, dificultades para relajarse y que se acompañan de cambios en el funcionamiento corporal, como palpitaciones, tensión de los músculos, etc.
Son reacciones esperables y transitorias de duración variable, que actúan como mecanismos de defensa y que, de alguna manera, nos alertan y preparan para enfrentarnos a la situación potencialmente traumática.
En ocasiones, estos mecanismos de defensa no funcionan completamente, cuando el individuo enfrenta situaciones que superan sus capacidades de adaptación; en estos casos, se habla de eventos traumáticos que generan crisis, que van debilitando las defensas hasta que se rompe el equilibrio, apareciendo alteraciones, expresiones corporales y psicológicas que ya no son protectoras.
Se trata de un trastorno alimentario que consiste en la pérdida deliberada de peso, inducida o mantenida por una persona. Si bien esta afección aparece con mayor frecuencia en mujeres adolescentes y jóvenes, en ocasiones también se encuentran afectados varones adolescentes y jóvenes, niños y niñas prepúberes, y mujeres adultas.
Algunas alteraciones:
a) pérdida significativa de peso
b) la pérdida de peso está originada por la propia persona, a través de la evitación de consumo de «alimentos que engordan» y por algunos de estos síntomas:
      • vómitos autoprovocados
      • purgas intestinales autoprovocadas
      • ejercicio excesivo
      • consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos
c) distorsión de la imagen corporal que consiste en una idea sobrevalorada intrusa, de pavor ante la gordura o la flacidez de las formas corporales, de modo que la persona se impone a sí misma el permanecer por debajo de un límite máximo de peso corporal.
d) trastorno endocrino generalizado manifestándose en la mujer como amenorrea y en el varón como una pérdida del interés y de la potencia sexuales (una excepción aparente la constituye la persistencia de sangrado vaginal en mujeres anoréxicas que siguen una terapia hormonal de sustitución, por lo general con píldoras contraceptivas). También pueden presentarse concentraciones altas de hormona del crecimiento y de cortisol, alteraciones del metabolismo periférico de la hormona tiroidea y anomalías en la secreción de insulina y
e) si el inicio es anterior a la pubertad, se retrasa la secuencia de las manifestaciones de la pubertad, o incluso ésta se detiene (cesa el crecimiento; en las mujeres no se desarrollan las mamas y hay amenorrea primaria; en los varones persisten los genitales infantiles). Si se produce una recuperación, la pubertad suele completarse, pero la menarquia es tardía.
La bulimia es un síndrome caracterizado por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos y por una preocupación exagerada por el control del peso corporal; esto lleva a la persona a adoptar medidas extremas para mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de comida.
Algunas alteraciones presentes:
Preocupación continua por la comida, con deseos irresistibles de comer, de modo que la persona termina por sucumbir a ellos; se presentan episodios en los que consume grandes cantidades en períodos cortos de tiempo.
La persona intenta contrarrestar el aumento de peso mediante vómitos autoprovocados, abuso de laxantes, períodos de ayuno, consumo de fármacos tales como supresores del apetito, extractos tiroideos o diuréticos. Cuando la bulimia se presenta en una persona con diabetes, ésta puede abandonar su tratamiento con insulina.
Presencia de un miedo morboso a engordar; la persona se fija de forma estricta un techo de peso muy inferior al que tenía antes de la enfermedad, o al de su peso óptimo o sano. Con frecuencia, pero no siempre, existen antecedentes previos de anorexia nerviosa con un intervalo entre ambos trastornos de varios meses o años.